Haiku
En ocasiones, la belleza adquiere formas breves y aquello que, en apariencia, se manifiesta bajo líneas sencillas encierra, en realidad, construcciones de una complejidad insondable.
Bellos, breves y complejos son los Haiku.
El Haiku es una forma tradicional de la poética japonesa, que habitualmente se la vincula con el zen a través de la obra de Matsuo Bashõ, poeta japonés de la segunda mitad del siglo XVII. Bashõ es considerado como uno de los cuatro grandes maestros de este arte.
De acuerdo con su tradición originaria, los haikus aludían a la contemplación del poeta ante un evento de la naturaleza por medio de dos imágenes separadas por un kireyi; con una referencia a la época del año (kigo).
Si bien los haikus son composiciones pensadas y condicionadas por las particularidades de la lengua japonesa, sus reglas originales se han ido adaptando para ser escritos y recitados en otras lenguas. En la actualidad se estructuran en 17 sílabas distribuidas en tres versos irregulares: el primero de 5 sílabas, el segundo de 7 y el último nuevamente de 5.
Aquel invierno
nadie me vio sollozar
entre glaciares.
***
Cae la noche.
La luz de nuestros muertos
no reverbera.
***
Entumecido
por las lluvias de mayo,
sobreviviré.
***
La mala hierba
nunca ha florecido
en primavera.
***
Muere la tarde.
Y aun así, no mueren
mis pensamientos.
***
¿Quién podrá hacer
que los cuerpos cansados
rejuvenezcan?
***
Despavorido,
por no levantar vuelo
quemó sus alas.
***
En mayo partió.
Se fue de improviso
sin decir dónde.
***
Muere la tarde...
El tiempo no subsiste
en los ocasos.
***
Camina lento
sin detener su marcha:
nada implora.
***
Jamás me cuentes
que sus ojos gatunos
se han secado.
***
En la estepa
el aullido del lobo
suena a llanto
***
Ձմեռը անցավ.
Անտանելի հիշատակ
ինձմէ´ վազ անցիր.
(El invierno pasó.
Recuerdo insoportable,
aléjate mí)
Օրը մահացավ.
խավարը կուլ է տալիս
մտածմունքները.
(El día murió.
La oscuridad devora
los pensamientos)