El oro de Perón
Este artículo fue escrito originalmente para circular entre amig@s. Tiempo después, uno de ellos me pidió autorización y lo publicó en su página "Arte & Sociedad" el 5 de abril de 2020, con una notable e inesperada adhesión de lector@s.
Uno de los relatos predilectos del antiperonismo -que con los años se convirtió en uno de los mitos más persistentes de su frondosa mitología- es el del "Oro de Perón". Hablo de aquella célebre historia sobre los lingotes de oro que abarrotaban los pasillos del Banco Central en el momento en que Juan Domingo Perón asumió por primera vez la presidencia de la república en febrero de 1946. Cada tanto, esta historia se renueva y recobra vigencia ante cierto sector de la opinión pública para demostrar el impúdico latrocinio consumado por el peronismo cada vez que ejerció el gobierno.
La primera vez que escuché este relato fue siendo un chico y por boca de mi padre, un indeleble opositor a Perón. Con los años la volví a escuchar por muchas otras personas -todas igualmente antiperonistas-quienes afirmaban haber sido testigos delos incontables lingotes amontonados en el espléndido edificio de la calle San Martín 275. Lo que nunca logré entender fue cómo un verdulero, un vendedor de tela o un corredor de cuero podrían haber logrado traspasar las inexpugnables bóvedas del Banco Central y presenciar ese magnífico espectáculo áureo.
Cada vez que el relato parece agotarse, algún medio de comunicación lo exhuma para reavivar la liturgia antiperonista. Tomemos, por ejemplo, el artículo periodístico titulado "Memoria: el oro con el que se tropezó Perón" (Ernesto Castrillón y Luis Casabal, "La Nación", 6/7/2003), escrito poco después de que Néstor Kirchner, peronista, asumiera la presidencia de la República.
El artículo arranca con una cita que Félix Luna, abogado e historiador vocacional, le atribuye al propio Perón quien en 1946 habría afirmado que "no podemos caminar por los pasillos del Banco Central, tan abarrotados están de lingotes de oro".
A esta primera "evidencia" que se presenta en el artículo de "La Nación" se suman los testimonios de dos capitanes retirados de la marina mercante que atestiguan haber presenciado, en aquellos años, numerosos embarques de oro que ingresaron al país desde los Estados Unidos.
Uno de los marinos entrevistados, Carlos Suburo, declara que siendo oficial del buque "Río Luján" vio cómo se descargaban 27 cuñetes llenos de oro en el puerto de Buenos Aires para ser trasladados al Banco central. Un relato similar brinda el restante oficial, Luis Fabián Boano, quien fue capitán de otro buque mercante, el "Río Atuel". Boano menciona en la entrevista haber tomado noticia del traslado de 13 cuñetes más. La nota concluye con un párrafo que, lejos de ser inocente, alimenta la suspicacia de los lectores:
Por supuesto, las opiniones de estos marinos acerca del destino final de las reservas metálicas acumuladas en tiempos de guerra podrán ser motivo de múltiples y dispares apreciaciones por parte de economistas e historiadores. Lo que nadie podrá negar es que con sus propios ojos de viejos y curtidos zorros de mar vieron los preciosos cargamentos con los lingotes que, según contaba Perón, alguna vez impidieron el paso en los pasillos del Banco Central[1].
Según los autores del artículo, la prueba irrefutable ("lo que nadie puede negar") está en los "ojos de viejos y curtidos zorros de mar" del oficial Suburo, que vieron descargar 27 cuñetes de oro y de Boano, quien menciona otros 13 cuñetes.
Ahora bien, ¿qué es un cuñete? Según el diccionario, es un barril pequeño generalmente utilizado para alojar y transportar líquidos. Su capacidad es de 5 galones o su equivalente métrico de volumen: 18,9 litros.
Si se tratara de agua, cada cuñete pesaría alrededor de 19 kilogramos. Pero al tratarse de oro -supongamos que se hubiese tratado de oro puro en polvo, granulado o moldeado de manera tal que pudiera ocupar todo el espacio posible dentro de la cuñeta, y no de lingotes como declararon los marinos- el peso se incrementaría hasta 358 kg por cuñeta[2], lo que haría que las cuñetas fueran imposibles de descargar en forma manual requiriéndose, en cambio, algún auxilio mecánico para realizar la tarea. Sin embargo, Suburo afirma que esos 27 cuñetes -que sumarían, en total, cerca de 10 toneladas- fueron bajados de un camión y cargados en el barco por tan solo dos robustos soldados: "eran dos gorilas, verdaderos mastodontes", fueron las palabras que empleó
Olvidémonos por un instante de la "evidencia" que aporta el artículo de La Nación y acudamos a datos más rigurosos que los que brindan esos dos "viejos y curtidos zorros de mar", porque si asumiéramos la verosimilitud de sus testimonios (que el oro ingresó al país desde los Estados Unidos, que fue descargado en el puerto de Buenos Aires y luego conducido a las bóvedas del Banco Central) debería haber habido, según imagino, algún registro oficial que dé cuenta del ingreso de ese activo metálico. Los registros de los que hablo efectivamente existen y son las que brindan las estadísticas históricas del BCRA, que a la fecha están digitalizadas y son de acceso público[3].
Estos registros señalan que, a diciembre de 1946 las existencias de oro en el país estaban valuadas en 1.710,70 millones de pesos moneda nacional (m$n). Algún lector suspicaz podría preguntarme ¿Por qué computar las cifras de existencias mensuales de oro correspondientes diciembre de 1946 y no al mes de junio de ese mismo año, momento cuando Perón asumió la presidencia de la nación? Sencillamente porque el stock de oro existente en el país a fines de diciembre de 1946 fue el más elevado de todo el período que va desde diciembre de 1941 a diciembre de 1946. Esta es una pequeña ventaja que les ofrezco a los sostenedores del mito.
Recordemos, además, que según el
testimonio brindado por Suburo, los 27 cuñetes con oro partieron de Nueva
Orleans el 7 de diciembre de 1943 y arribaron a Buenos Aires el 29 de diciembre
de ese mismo año. La precisa mención de las fechas que refiere el marino
suscita dos observaciones: (i) los asientos del Banco Central no registran
ningún ingreso extraordinario de lingotes entre esas fechas ni en los meses
subsiguientes[4],
y (ii) que si así hubiese sido, estaríamos hablando de que el envío y el arribo
de los cuñetes (diciembre de 1943) ocurrió mucho antes de la llegada de Perón a
la presidencia de la República y a los pasillos del Central abarrotado de
lingotes, como afirmaba Félix Luna.
Volvamos al núcleo del argumento que veníamos desarrollando. Ya hemos verificado mediante registros oficiales cuánto sumaba el stock de oro en el país, pero ese valor está expresado en millones de pesos moneda nacional. Faltaría ahora expresar ese monto en dólares estadounidenses (U$S) de acuerdo con el tipo de cambio nominal de aquella época.
Como sucedió en muchas ocasiones, en diciembre de 1946 existía desdoblamiento cambiario, con lo cual existía para el dólar una cotización oficial y otra fijada por un "mercado libre". Entre ambos he optado por el valor del dólar "libre", que por entonces era de m$n 410,50 por cada U$S 100.
Surge aquí otra pregunta: ¿Para qué convertir el valor del stock de oro (expresado como vimos en pesos moneda nacional) a dólares? Porque la cotización del oro es internacional y su precio se determina en los mercados de Londres, New York o Zúrich. Ese precio suele expresarse en cantidad de dólares, libras o francos suizos por cada onza troy.
Para el lector poco familiarizado con ciertos conceptos monetarios, la onza troy (Ozt) es una medida británica heredada de su época imperial y que aún hoy se la emplea para medir el peso de los metales preciosos. Traducido a lenguaje métrico decimal, una onza troy de oro equivale a 31,1 gramos[5]
Por cuerda separada, consulté otras bases de datos que recopilan estadísticas históricas del valor de cada onza de oro expresado en dólares y a valor corriente. En el caso que nos ocupa, el valor promedio de una onza troy de oro 24 kilates en el año 1946 era de U$S 38,25[6].
Con los datos recopilados hasta el momento podemos determinar que el valor total del stock de oro existente en el país a diciembre de 1946 era de U$S 416,74 millones. Este valor equivale a 10.895.051 de onzas troy o bien a 338,87 toneladas de oro de 24 kilates.
Ya hemos determinado qué cantidad física de oro existía en el país en diciembre de 1946, según los registros contables del Banco Central. Falta que calculemos, ahora, las dimensiones del espacio físico que podría haber ocupado esa cantidad de metal. ¿Cómo podríamos efectuar este cálculo?
Cualquier persona medianamente informada sabe que el oro se almacena en lingotes. Hasta ahí no hay ningún misterio; sin embargo ¿cuánto mide un lingote? En verdad, no existe una medida universal o un "lingote patrón" sino que, a lo largo de la historia y de acuerdo con cada país en particular, se han utilizado diversos tipos de lingotes.
Sin embargo existen algunos que se consideran más "convencionales" que otros. Uno de los lingotes más usuales es el que se denomina GDB (Good Delivery Bar), de 430 onzas troy de peso y sujeto a las siguientes dimensiones: 250 milímetros de largo, 70 milímetros de ancho y 35 milímetros de alto o espesor[7]. De acuerdo con este estándar que tomamos como referencia, queda establecido que en un metro cúbico caben un poco más de 1.632 lingotes.
Habiendo dilucidado (i) el valor del stock de oro en el país en pesos moneda nacional, (ii) la conversión de ese valor a dólares estadounidenses, (iii) la equivalencia en onzas troy y (iv) la cantidad de lingotes resultantes, concluimos que el stock físico de oro existente en el país en diciembre de 1946 se componía de 27.238 lingotes de 430 onzas troy cada uno.
En función de las dimensiones antes descriptas, esa cantidad de lingotes ocuparía una superficie total de 16,7 metros cúbicos. Hablamos de una baulera estándar en cualquier depósito guardamuebles: 4 metros de largo, 1,67 metros de ancho y 2,5 metros de alto. Dimensiones bastante módicas, ¿verdad?
Sin embargo, hace más de setenta años que el antiperonismo insiste una y otra vez con este relato. Durante la última campaña presidencial aparecieron en Twitter numerosas publicaciones de usuarios aludiendo al tema. Uno de esos tuits venía acompañado de una fotografía de época que mostraba a supuestos funcionarios del BCRA posando ante una bóveda repleta de lingotes de oro y aseveraba lo siguiente:
"Directorio del Banco Central días antes de la llegada de Perón al poder. Detrás se ven los lingotes de oro que no entraban en las bóvedas. Todo se despilfarró en populismo".
A poco de navegar para dar con la fuente original de tan importante documento gráfico verificamos que, en realidad, la fotografía fue tomada en 1944, que la supuesta bóveda del BCRA era, en realidad, la de la cámara de oro del Banco de España y que los funcionarios retratados pertenecían, en realidad, al Instituto Español de Moneda Extranjera.
Nos queda, a esta altura, una sola pregunta sin responder y es ésta: ¿por qué este relato se repite una y otra vez cuando no es tan difícil demostrar su falsedad?
Es muy simple: porque como
dijo alguna vez Albert Einstein: "¡Triste época la nuestra! Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio".֎
Notas
[1] https://www.lanacion.com.ar/opinion/memoria-el-oro-con-el-que-se-tropezo-peron-nid509087
[2] Dada la masa atómica del oro en su más alto estado de pureza (196,96657 u) el peso de cada cuñete se elevaría a la cifra antes mencionada.
[3] https://www.bcra.gob.ar/PublicacionesEstadisticas/Boletin_estadistico.asp
[4] Banco Central de la República Argentina, Suplemento Estadístico de la Revista Económica, N°78 (enero de 1944).
[5] La equivalencia exacta es de 31,1034768 gramos.
[6] La base de datos se remonta a valores de oro desde 1792 hasta 2015, a valores corrientes. La misma se encuentra disponible en https://onlygold.com/gold-prices/historical-gold-prices/
[7] Este lingote corresponde a la unidad de medida tomada como referencia por el London Bullion Market.
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